Vergüenza en público
Durante
la presentación de un nuevo producto de la empresa “Spin Motors”, el hombre
menos esperado causó risas y repugnancia al mismo tiempo. Y obviamente,
vergüenza para si mismo. Esto ocurrió, entre las 16 y las 17 horas del jueves 24 de abril, en la sucursal oficial de
la empresa ubicada en Buenos Aires, Capital, entre las calles Zeballos y Colón.
Seguramente este hecho durará mucho tiempo en las memorias de los presentes en
esa presentación, ya que nadie pudo evitar la risa y muchas personas subieron
el vídeo a distintas redes sociales. El papel de actor principal lo lleva a
cabo nada más y nada menos que Samuel Zaragoza, el director de la empresa, que
tiene la edad de 59 años. No es difícil pensar que tratará de olvidar este hecho
lo más rápido posible y hacer que los mas cercanos a él también lo hagan.
Samuel
Zaragoza estaba enseñando el nuevo vehículo de su empresa a los distintos
compradores, periodistas y espectadores. Se lo notaba con mucho entusiasmo y
mucha confianza al dar el discurso, ya que al hablar, utilizaba su voz mas
grave y lo hacía sin temor alguno. Pero para la risa de todos y para la mala
suerte de los que estaban ubicados detrás de él, ocurrió algo que no pudo
disimular. Exactamente después de la pregunta del costo del vehículo se le
escapó un gas muy estruendoso, tanto que el sonido salió por el micrófono como
si hubiese sido su voz.
• El
escape del mayor
Después del temblor que causó su trasero, el director de “Spin Motors”
pareció más un participante de las Olimpiadas que un director de una gran
empresa. Antes de salir corriendo hubo un lapso de unos cuatro o cinco segundos
en los que nadie hizo ningún ruido: “Era como si todos estuviéramos esperando que alguien se riera primero, para
luego reírnos todos”, dijo un amigo que estaba presente. Para la mala fortuna
del director, era un día caluroso, y eso lo ayudó a que en el mismo lapso
comenzara a sudar mucho y se pusiera colorado como un tomate. Después de esos
cuatro o cinco segundos, salió corriendo como un atleta y todos comenzaron a
hacer lo inevitable: reírse a mas no poder.
En
conclusión, la pregunta no fue contestada por nadie y para la lástima de los
espectadores no se sabrá el precio del vehículo hasta próximo aviso, aunque no
creo que vuelvan a hacer una presentación, aunque después de todo no fue perder
el tiempo. Si uno estuviera presente, se llevara algo muy gracioso para contar
y seguro servirá para destrabar alguna conversación trabada o simplemente para
poder hablar de algo y reírse un poco.