jueves, 25 de abril de 2013


Vergüenza en público


  Durante la presentación de un nuevo producto de la empresa “Spin Motors”, el hombre menos esperado causó risas y repugnancia al mismo tiempo. Y obviamente, vergüenza para si mismo. Esto ocurrió, entre las 16 y las 17 horas del  jueves 24 de abril, en la sucursal oficial de la empresa ubicada en Buenos Aires, Capital, entre las calles Zeballos y Colón. Seguramente este hecho durará mucho tiempo en las memorias de los presentes en esa presentación, ya que nadie pudo evitar la risa y muchas personas subieron el vídeo a distintas redes sociales. El papel de actor principal lo lleva a cabo nada más y nada menos que Samuel Zaragoza, el director de la empresa, que tiene la edad de 59 años. No es difícil pensar que tratará de olvidar este hecho lo más rápido posible y hacer que los mas cercanos a él también lo hagan.
  Samuel Zaragoza estaba enseñando el nuevo vehículo de su empresa a los distintos compradores, periodistas y espectadores. Se lo notaba con mucho entusiasmo y mucha confianza al dar el discurso, ya que al hablar, utilizaba su voz mas grave y lo hacía sin temor alguno. Pero para la risa de todos y para la mala suerte de los que estaban ubicados detrás de él, ocurrió algo que no pudo disimular. Exactamente después de la pregunta del costo del vehículo se le escapó un gas muy estruendoso, tanto que el sonido salió por el micrófono como si hubiese sido su voz.

El escape del mayor
  Después del temblor que causó su trasero, el director de “Spin Motors” pareció más un participante de las Olimpiadas que un director de una gran empresa. Antes de salir corriendo hubo un lapso de unos cuatro o cinco segundos en los que nadie hizo ningún ruido: “Era como si todos estuviéramos  esperando que alguien se riera primero, para luego reírnos todos”, dijo un amigo que estaba presente. Para la mala fortuna del director, era un día caluroso, y eso lo ayudó a que en el mismo lapso comenzara a sudar mucho y se pusiera colorado como un tomate. Después de esos cuatro o cinco segundos, salió corriendo como un atleta y todos comenzaron a hacer lo inevitable: reírse a mas no poder.
  En conclusión, la pregunta no fue contestada por nadie y para la lástima de los espectadores no se sabrá el precio del vehículo hasta próximo aviso, aunque no creo que vuelvan a hacer una presentación, aunque después de todo no fue perder el tiempo. Si uno estuviera presente, se llevara algo muy gracioso para contar y seguro servirá para destrabar alguna conversación trabada o simplemente para poder hablar de algo y reírse un poco.